Por Liliana A. Segat,
Cofundadora y directora de Caraballo Segat Consultores.
Las empresas y su gente tienen el desafío de encarar ciertos cambios y además ser estratégicos, tanto en lo operativo como en lo relacional interno. Sin lugar a duda, se presentan fuertes modificaciones en el tipo de demanda de los servicios laborales.
La pandemia por el Covid-19 altera la vida humana en todas las dimensiones: personal, familiar, social, económica, productiva.
En la era de la economía del conocimiento, es preciso habilitar saberes nuevos. La nueva era va a reclamar un mayor entrenamiento laboral de habilidades tanto conductuales y relacionales, no rutinarias. Los conocimientos duros y específicos demandan el ejercicio del pensamiento crítico, la práctica de la empatía y la flexibilidad.
Se plantea la puesta en acción de una organización interna e inter relacional donde la comunicación colaborativa da lugar a la coordinación de acciones profesionales consensuadas y planificadas, lo que significa trabajar en equipo.
Las habilidades en boga son habilidades blandas, como la comunicación colaborativa, preguntas efectivas y motivacionales, feedback, empatía, trabajo compartido, roles dinámicos y autoconocimiento.
Lo que no advertimos por irrelevante en el viejo contexto, hoy es relevante en la nueva realidad. Veamos, el trabajo a distancia impide esos encuentros breves y simpáticos con los compañeros que siempre dan oportunidad a un intercambio, o recibir la espontánea ayuda ante una necesidad en el campo laboral. No reparamos en el pasado y todo lo que recibimos por estar cerca, y ahora cuánto anhelamos el apretado abrazo en el encuentro. Como seres creativos que somos, habilitemos modos diferentes de abrazos, por ejemplo, diálogos que nos hagan sentir el calor de nuevas maneras de encuentro. Ninguna experiencia real nos enseña, sino las explicaciones que nos hacemos de lo vivido.
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